Karla


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Eran los mejores días de mi vida, tenía a la mujer más hermosa, dos hijos preciosos, un empleo que me dejaba disfrutar de muchos placeres y un sinfín de cosas más, hasta que empecé a tener problemas de salud.

Mi esposa se llama Karla, como ya dije, una hermosa mujer, alta, piel vainilla, cabello negro lacio, labios carnosos y nariz respingada, ojos café claro, unas tetas enormes y redondas, que hacían juego con su diminuta cintura y un par de nalgas que podían hacerte venir en segundos, un portento de mujer, para colmo, tiene un timbre de voz como de niña traviesa que, cuando tenemos relaciones, es uno de mis afrodisíacos preferidos, pues escucharla gemir y gozar me prende bien cabrón.

Tenemos 20 años de casados y dos hijos, uno de 18 y otro de 17, los criamos con la mejor educación posible para que fueran unos hombres de bien, la prueba está en que ganaran una beca para irse a estudiar a Canadá por tres años, dejándonos solos a Karla y a mí disfrutando el uno del otro.

Yo me llamo Daniel, tengo 42 años y Karla 38, como pueden ver, me casé cuando ella tenía 18, en su plena juventud, fui su único novio real, porque tuvo otros en la secundaria, pero sólo de manita sudada, fui su primer y último hombre, por lo menos hasta ahora.

Siempre habíamos tenido una vida sexual activa, debido a su juventud, a Karla le encantaba el sexo, con el paso del tiempo aumentó su deseo sexual, pues ya había ganado experiencia y sabía como quería que la complaciera, llegando a comprarle juguetes sexuales para complementar el sexo.

Hace un año, tuve un accidente en mi auto, choqué contra un muro y quedé paralítico, fue un duro golpe para la familia, Karla estaba destrozada y mis hijos cuando se enteraron querían regresarse, pero yo los detuve y les dije que tenían que terminar sus estudios aprovechando que tenían la beca, pues si se regresaban, automáticamente la perdían, resignados, se quedaron pero nos comunicamos a diario.

En el transcurso de ese año, la situación fue muy difícil, yo estaba hundido en la depresión, pues, de ser un hombre que siempre estaba activo, ahora era un parásito que sólo se limitaba a dormir y comer, Karla no mostraba ningún gesto de molestia, al contrario, se desvivía por atenderme y procurar que no me faltara nada.

Debido a que el accidente fue cuando regresaba del trabajo, la empresa me indemnizó muy bien, además de que la pensión me la pagan al 100%, no tenemos problemas económicos, pero hay un tema que no había podido arreglar, el sexo, en un principio, Karla estaba como si nada, pero con el paso del tiempo, empecé a notar cierto cambio en ella, en ocasiones se ponía muy tensa y estaba de muy mal humor, yo no atinaba a que se debían sus cambios de humor, hasta que un día, viendo una noticia en internet, leí que las mujeres se ponían de muy mal humor y muy tensas si no tenían relaciones sexuales después de un determinado tiempo.

Fue cuando por fin supe lo que le sucedía a Karla, así que me decidí a confrontarla.

Mi vida, ¿podemos hablar?, le dije.

Claro mi vida, me contestó.

No sé por donde empezar, porque es un tema algo delicado, continué.

Amor, entre nosotros no debe haber desconfianza, llevamos 20 años de casados, creo que son suficientes para hablar de cualquier cosa, me dijo.

Tienes razón, le dije, mira…

Sé que hasta hace un año nosotros teníamos una vida sexual activa y que éramos muy felices, después de mi accidente ya no ha vuelto ni volverá a ser igual porque ya no sirvo como hombre…

No digas eso, me interrumpió.

Déjame continuar por favor, proseguí entonces…

Últimamente he notado que estás de muy mal humor y te siento muy tensa, sé que no es por cuidarme, ni por dinero, sino por que no has tenido sexo desde hace casi un año…

Ella me miraba atentamente, escuchando cada palabra que yo le decía, le salían lágrimas de sus hermosos ojos, afirmando lo que yo estaba diciendo.

Seguí…

Quiero darte la oportunidad de hacer lo que mejor te plazca para que vuelvas a ser feliz mi vida.

¿A qué te refieres?, me preguntó, contigo soy muy feliz.

No mientas por favor, tus palabras dicen eso, pero tus acciones demuestran lo contrario, le repliqué.

Pero ¿qué me estás sugiriendo que haga? ¿Qué te sea infiel?

La decisión está en tus manos, le contesté, no quiero que sigas siendo infeliz con un hombre que no te puede cumplir como tal, giré mi silla de ruedas y me dirigí a la recámara, Karla se quedó por un buen rato en la sala y después me alcanzó.

Entró muy despacio, limpiándose las lágrimas, se sentó en la orilla de la cama y me dijo…

Mira Dani, tu has sido y serás el único hombre en mi vida, me has hecho la mujer más feliz del mundo y me haz regalado unos hijos maravillosos, yo no tengo ninguna queja y no tengo porque buscar a nadie para que venga a reemplazarte, pero, para que estés más tranquilo, voy a tener una rutina de ahora en adelante.

Me le quedé viendo, tratando de adivinar lo que diría, entonces prosiguió…

¿Recuerdas los juguetes que me compraste para complementar nuestra relación?

Sí, le contesté.

Bueno, pues de ahora en adelante voy a darme placer con ellos, por si algún día llegas a verme, no te espantes ni te sientas mal, ¿qué te parece?

No puedo negar que me sentí muy aliviado de escuchar lo que mi mujer me dijo, por un momento creí que me iba a tomar la palabra y se iba a acostar con otro hombre., entonces le contesté…

Si eso realmente te hace feliz, yo no tengo ningún problema mi amor, lo único que deseo es que te sientas plena y libre de hacer cualquier cosa.

Se acercó a mi y me dio un abrazo muy fuerte, ya había olvidado la sensación de tener sus enormes tetas en mi pecho, mis manos fueron bajando hasta sus preciosas nalgas y se las empecé a sobar, Karla me dio un beso y yo le desabroché el pantalón, se lo bajé y puse mis dedos en su vagina, estaba muy caliente, le acaricié el clítoris suavemente y escapó un poco de fluido de su puchita rosada, siempre me ha gustado que mi mujer se rasure, se le ve como la de una jovencita.

Ella puso su mano en mi miembro, tratando de darme placer, pero fue en vano, no podía sentir su mano tan suave y tersa que años antes me hacía las mejores chaquetas, al percatarse de esto, retiró su mano de mi paquete y me pidió perdón.

Lo olvidé mi amor, perdóname en verdad.

No te preocupes mi vida, se que es frustrante para ti como para mí, pero si quieres te doy tu espacio para que termines lo que empezaste, salí de la recámara, pero en lugar de escuchar gemidos de placer, escuchaba el llanto que tenía mi mujer, ese día regresé a la recámara hasta que se durmió, como pude me subí a la cama y la abracé, me quedé dormido después de un rato.

Al amanecer, Karla ya estaba despierta, había preparado el desayuno y estaba un tanto contenta, no pude más que imaginar que se había dado placer ella sola, no le pregunté nada, sólo disfruté de su felicidad pues me encantaba verla así.

Traía puesto un short de algodón blanco tipo cachetero, se le metía entre su inmenso culo, su tanga negra se le marcaba perfectamente, su blusa era de tirantes color blanco, no traía brasier por lo que sus pezones rosados resaltaban juguetones en la diminuta prenda, sus sandalias le daban un aire playero, la verdad es que si me pudiera levantar le daría una cogida de aquellas.

Me saludó cariñosamente y me llevó a la cocina para que desayunáramos, cuando estábamos empezando, se escuchó el timbre de la casa, la miré y le dije, yo voy mi vida.

No cómo crees, yo abro, me dijo.

Pero con la voz más enérgica le dije, NO, yo voy, no sabemos quién es y tu ropa es muy cortita, no te vayan a faltar al respeto.

No me contestó nada más, el timbre volvió a sonar y yo grité…

¡YA VOY ¡

Llegué a la puerta y pregunté, ¿quién es?

Soy yo Dani, Carlos.

Carlos es mi mejor amigo desde hace muchos años, él se encontraba de viaje desde hace dos años, pues es gerente internacional en su empleo, está casado con Vero una mujer muy común, nada que ver con Karla.

¡Carlos¡, amigo, que gusto verte.

Carlos no pudo evitar el asombro cuando me vio postrado en esa silla de ruedas.

Amigo, ¿qué te pasó?

Le conté brevemente los hechos y cuando finalicé Carlos me dio un abrazo mientras me decía…

Lo siento mucho amigo del alma, pero yo voy a estar aquí para lo que necesites, de verdad te lo digo.

Gracias amigo, sé que no podía esperar menos de ti, siempre me has demostrado fidelidad y lealtad, pero pasa por favor, ya sabes que estás en tu casa.

Lo llevé a la cocina, olvidando que mi mujer estaba en paños menores, en cuanto entramos, Carlos pudo ver perfectamente el hermoso culo de mi esposa, estaba tomando unos huevos del refrigerador para el invitado, había escuchado que era él y se dispuso a prepararlos, meneaba sus nalgas al batir las claras, dándonos un espectáculo muy cachondo.

Carlos trataba de desviar la mirada, pero el culo de mi mujer parecía un imán que te atraía con una fuerza impresionante, Karla giró su cabeza y le dijo…

¡Hola Carlitos!, que milagro que nos visitas, con esa voz de jovencita y esa risita que tanto me prendía.

Carlos reaccionó y le contestó, pues ya sabías que estaba de viaje Karlita y mira con lo que me vine a encontrar, mi amigo en una silla de ruedas.

Karla terminó de cocinar y le dio un abrazo a Carlos de bienvenida, aplastando sus preciosas tetas contra el pecho de mi amigo, él puso sus manos en la diminuta cintura de Karla, tratando de no bajarlas a sus nalgotas.

Qué gusto verte en verdad, le hacías mucha falta a Dani, ha pasado momentos muy difíciles, le dijo Karla.

Hemos pasado, le dije yo, tomándola de la mano, sabes que tú has sido mi pilar principal mi vida, le di un beso en la mano y ella me correspondió con un beso en la frente.

Siéntate amigo, le dije a Carlos, desayuna con nosotros.

Por supuesto, dijo él, se acomodó y nos pusimos al día mientras comíamos, reímos y lloramos durante un buen rato, hasta que se hizo algo tarde, ya casi era la hora de la comida y no nos dimos cuenta, Karla se levantó y me dijo que se iba a bañar para salir al súper a comprar algunas cosas.

Carlos no le perdía de vista, pues cuando se dio vuelta a dejar los trastes en el lavabo, nos percatamos que el short casi se perdía en su enorme culo, por el tiempo que pasó sentada, su tanga se delineaba debajo de la prenda, los dos estábamos absortos ante esa hembra, de pronto, Karla llevó su mano hasta la orilla del short y se lo sacó de entre las nalgas, casi pude sentir la erección que tenía Carlos.

Mi mujer nos miró de reojo y sólo se limitó a sonreír y morderse los labios.

Como pudo, Carlos se levantó y nos dijo, ¿puedo usar su baño?

Claro amigo, le contesté, ya sabes donde es, esta es tu casa.

Caminaba casi agachado pues su erección era muy evidente, Karla lo miró por sobre el hombro mientras se alejaba, se rosaba sus piernas y se recargaba en el lavabo pues le llegaba a la altura de la puchita, ¡mi mujer estaba excitada y se estaba masturbando!

Disimulé para no hacerla sentir mal, entonces le dije…

¿Qué no te ibas a bañar mujer?

Sí mi vida, pero primero lavo los trastes, me contestó.

Deja los trastes para un rato, ahorita le digo a Carlos que me ayude, mejor ve a bañarte para que regreses rápido del super, accedió y se fue a bañar.

En su camino al baño, caminaba restregando sus piernas entre sí, parecía una panterita en celo, sus nalgas se tragaban el short hasta casi desaparecerlo, se encontró a media escalera con Carlos que venía bajando, me quedé oculto en una columna de la sala y pude notar como se veían esos dos, a mi amigo se le mojó el pantalón, no sé de qué, a la altura de su miembro.

Karla se percató pues no perdía de vista como se le marcaba el bulto a Carlos, y le dijo…

Opps Carlitos, te mojaste.

Carlos dirigió su mirada a su bulto y dijo, si Karlita, es que me salpiqué.

Yo también a veces me salpico, le dijo ella poniéndose el dedo en la boca y soltando su risita jovial.

Luego hizo algo que nunca imaginé, con el dedo que tenía en la boca, tocó aquel pedazo de tela mojada y dijo…

Sí que está empapada, deberías darme esos pantalones para ponerlos en la secadora, Carlos trató de contenerse y le dijo, no como crees, ahorita se seca con el calor que está haciendo…

Pero Karla insistía, ¿estás seguro?, es que parece que también se ha manchado de algo pegajoso, ahora su mano era la que acariciaba la dichosa mancha de arriba abajo, no había visto a mi mujer así desde hace un tiempo, no me atreví a interrumpirlos hasta ver a donde llegaban.

El paquete de Carlos se veía cada vez más abultado y a Karla se le iban los ojos, yo no podía aguantar más esa situación y grité…

CARLOS, AMIGO, te fuiste por la taza o qué.

Los dos se asustaron y siguieron sus caminos, pero Carlos volteó a mirar a mi mujer mientras terminaba de subir la escalera, ella se contoneaba exageradamente y al llegar arriba, se detuvo y volteó a ver a Carlos mientras se acomodaba el short, ya que, otra vez se le había metido entre las nalgas, Carlos se sobó la verga y Karla se mordió los labios.

Nuevamente les grité a Carlos para que bajara, pues ya se estaba saliendo de control la situación, desistieron y ahora sí Carlos llegó hasta la cocina, pero yo ya estaba en la sala.

¿Dónde estás amigo?, preguntó Carlos.

Aquí en la sala le contesté, en tono algo enojado.

Perdón, es que me dolía mucho el estómago, es que ayer comí mariscos y me hicieron daño.

No te preocupes, le dije, es sólo que extrañó que tardaras tanto, ¿viste a Karla pasar?

N-no, no la vi, ¿A poco subió?

Sí, se fue a bañar y el baño es el mismo en el que tú estabas, le dije desconfiado.

Pues ha de estar en tu recámara, porque al baño no entró, me contestó.

Yo creo que sí, le dije.

Bueno amigo, te dejo, debo ir por mi esposa a la plaza, fue con su mamá y tengo que recogerlas, me dio mucho gusto saludarte y te repito, estoy para lo que necesites.

Sí amigo, muchas gracias por tu apoyo, lo tendré presente, me saludas a Vero y a tu suegra.

Claro que sí amigo del alma, cuídate mucho, después nos vemos, me despides de Karlita.

Cuando se fue, me quedé pensando en todo lo que había sucedido, sentía muchos celos y mucha rabia, mi mejor amigo se estaba sabroseando a mi esposa y mi esposa a él, pero en el fondo, sentía algo de morbo, de cualquier manera, yo se lo sugerí a Karla y quien mejor que mi amigo para que no meter extraños a nuestra casa.

Mi cabeza iba a explotar de tantos pensamientos, volví en mi cuando escuchaba a lo lejos a Karla que me decía que ya se iba al super.

Ahorita vengo mi amor, ¿y Carlitos ya se fue?

Sí mi vida, me pidió despedirse de ti, tenía que ir por Vero a la plaza, pero dijo que después nos veíamos.

Ah que bien, pues luego los invitas a cenar, me dijo algo decepcionada.

Claro mi vida, ahora ve con cuidado que aquí te espero con ansias.

Pasaron dos semanas después de aquel incidente, Carlos se limitaba a hablarme por teléfono y platicábamos largo y tendido por un buen rato, Karla se acercaba para escuchar nuestra conversación, imagino que temerosa de que Carlos me fuera a contar algo, pues sabía muy bien que éramos buenos amigos.

A la tercera semana, organicé una reunión en mi casa para darle la bienvenida formal de regreso a Carlos, obviamente la invitación era en pareja, por lo que Vero también vino, Karla se esmeró en su vestuario, se puso un vestido muy cortito, negro, con un escote de infarto, sus tetas parecían salirse en cualquier momento, se puso unos tacones altísimos que le levantaban su hermoso culo, parecía una putita, una muy sabrosa, sus piernas se veían deliciosas, el vestido apenas alcanzaba a cubrirle las nalgas, por lo ajustado, la tanga que se puso le partía de manera impresionante su hermoso culo.

Me le quedé viendo y le dije..

Qué hermosa estás mi amor, estás como para cogerte todo el día.

Karla sonrió y me dijo, no empieces lo que no vas a terminar mi vida.

Tienes razón, le dije, giré mi silla y salí de la recámara, Karla me alcanzó y me dijo…

Es broma amor, sabes que yo te amo, no lo tomes a mal.

No te preocupes corazón, le dije, yo también bromeaba.

En eso sonó el timbre, nuestros invitados habían llegado.

¿Tú abres?, me preguntó Karla.

No mi vida, vamos a abrir los dos, quería ver la cara de Carlos al ver a mi esposa.

Al abrir la puerta, Carlos se quedó estupefacto al ver a Karla, la recorrió de arriba abajo, Vero también se quedó sorprendida de ver a Karla, pues ella venía vestida con unos jeans y una blusa cualquiera y nos dijo…

Me hubieran dicho que era de etiqueta para traerme mi mejor vestido.

Nos quedamos viendo uno al otro y Vero se empezó a reír…

Es broma, te ves encantadora Karla, tenía bastante tiempo sin vernos.

Sí, dijo Karla, mucho tiempo, ¿cómo has estado?

No mejor que tú, eso es seguro, le respondió.

Tomaré eso como un piropo, dijo mi mujer, pero pasen por favor.

Nos dirigimos al comedor, podía sentir la mirada de Carlos en el culo de mi esposa, Karla platicaba con Vero, pero le lanzaba miradas a Carlos disimuladamente, al llegar al comedor, me acomodó a mi al centro, a lado ella, enfrente de mí Vero y en la cabeza a Carlos, pues era el invitado de honor.

Pero Carlos dijo, amigo, yo creo que tú debes ir a la cabeza pues estamos en tu casa.

Nada de eso amigo, hoy es tu día, además, yo tengo la mesa para mí todos los días, le repliqué.

Nos reímos y quedamos acomodados de esa manera, Karla sirvió la cena con la ayuda de Vero, mientras Carlos y yo platicábamos de cosas mundanas, terminaron de servir nuestras mujeres y nos dispusimos a comer, Karla se veía en verdad radiante y muy sexy, me excitaba verla así de sonriente y feliz.

Todo transcurría normal, terminamos de comer y Carlos destapó un vino tinto que trajo desde Chile, presumiendo que era el mejor que había probado, trajo 5 botellas así que en verdad debería tener un buen sabor, nos sirvió la primera ronda, estaba delicioso, esa primera botella sirvió nada más para el arranque.

Destapó la segunda y ya todos estábamos más desinhibidos, nos reíamos de cualquier tontería, eran los efectos del alcohol, así estuvimos durante un buen rato, la plática se tornó algo seria, pues empezamos a hablar de la inseguridad en el país, me hice un poco para atrás para tener un mejor panorama de todos y pude notar como Karla se había quitado las zapatillas y recorría con su pie la entrepierna de Carlos.

Él disimulaba muy bien lo que estaba pasando, pero por momentos hacía pausas que duraban algunos segundos, me imagino que disfrutaba lo que le hacía mi mujer enfrente de su esposa y enfrente mío, a manera de prueba les dije…

¿No quieren pasar a la sala para estar más cómodos?

Vero dijo de inmediato que sí, pues ya se había cansado de estar sentada en el comedor, pero Karla dijo….

Ay no amor, estamos platicando muy ameno aquí, ¿verdad Carlitos?

Sí amigo, además, podríamos tirar el vino en tu sala y esas manchas ya no salen.

No muy convencidos, Vero y yo accedimos, pero confirme mi teoría, Karla estaba muy cachonda desde hace días y encontró en Carlos lo que no encontró en mí, un hombre que le puede responder.

Poco a poco, Karla y Carlos se fueron acercando hasta quedar muy pegaditos, relativamente hablando, ellos tenían una plática distinta a la que yo tenía con la esposa de Carlos, en eso, Vero dijo…

¿Puedo pasar a su baño?

Claro le contesté, subes las escaleras y a mano derecha está el sanitario.

Gracias, se levantó y Carlos le dijo, ¿quieres que te acompañe?

No amor, no te preocupes, ustedes sigan platicando.

Mientras hablaban, me retiré un poco más de la mesa para poder apreciar lo que Karla le hacía a Carlos, disimulé y saqué mi celular con el pretexto de revisar si tenía algún mensaje de mis hijos, pues no habíamos hablado ese día…

Mi mujer llevó su mano hasta el cierre del pantalón de Carlos, y le sacó la verga, era muy grande debo decirlo, el doble que la mía alcancé a calcular, no sé porqué no dije nada, al parecer me gustaba que mi mujer disfrutara de otro hombre que no fuera yo.

Con la verga en la mano, Karla masturbaba a mi amigo muy cachondamente, Carlos apenas podía articular palabras, pues estaba disfrutando aquello, a mi mujer se le subió el vestido arriba de las nalgas, porque se restregaba contra la silla mientras le acariciaba la verga a Carlos.

En eso, Vero regresó del baño, están muy callados, dijo.

Es que estamos pensando que hacer dijo Karla, pero ya sé, tengo un juego de cartas, ustedes saben jugar.

No dijo Vero, yo tampoco dijo Karla, pero ahorita los caballeros nos enseñan, ¿verdad?

S-sí, dijo Carlos, no soy tan bueno como Dani pero sí sé jugar.

Bueno, pues yo prefiero ver la televisión, dijo Vero, hoy hay premiaciones de los Oscar y si van a jugar pues no creo que sea de mal gusto ¿o sí?

No para nada, no te preocupes, dijo Karla.

Amor, ¿le puedes encender el televisor a Vero por favor?, me dijo Karla, es que tengo que ir al baño.

Por supuesto mi vida, le dije.

Ellas se levantaron al unísono, primero salió Vero, después Karla y al último yo, a mi esposa se le olvidó acomodarse el vestido, y sus nalgas quedaron al aire, su tanga partía en dos su enorme culo, Carlos se relamió los labios y se sobó la verga que todavía estaba de fuera, no sé como no lo vio Vero si era muy evidente, talvez era por la posición en la que estaban, pensé.

Alcancé a Karla y le bajé el vestido, a lo que ella volteó y dijo, opps, perdón amor, ya estoy algo ebria.

Ya me di cuenta le dije, en tono enojado, pero después hablamos.

Me dirigí a la sala y encendí el televisor para Vero, Karla más tardó en subir al baño que regresar, le estaba explicando el funcionamiento del control a Vero cuando mi mujer llegó al comedor, me apresuré y al entrar a la cocina, vi a Karla levantándose del piso, al parecer le estaba dando una mamada a Carlos, el labial que utilizaba en esos labios carnosos mí mujer se corrió un poco.

Mi amigo estaba rojo y muy acalorado, ¿están bien?, les dije

¿Se te cayó algo al piso mi vida? Le pregunté a Karla.

Sí mi amor, se cayó una carta, pero ya la levanté, se sentó otra vez mientras se acomodaba su vestido.

Se te corrió el labial, le dije,

S-sí es que al tomar el vino me quedó un poco fuera de la boca, me contestó algo dudosa.

Comenzamos a jugar y yo gané las primeras partidas, Karla no entendía muy bien el juego y Carlos se dejaba ganar yo creo por lástima, mi mujer seguía destapando más botellas lo que la hacía ponerse más cachonda.

Otra vez se acercó a Carlos con el pretexto de que le enseñara a jugar, su mano izquierda otra vez capturaba aquel portento de verga y con la derecha tomaba las cartas, mientras, Carlos le decía como acomodar su baraja, yo los veía disimuladamente y a ellos no les importaba que yo estuviera ahí, en eso, Karla dijo, quiero jugar yo sola contra Dani, pero tú me vas guiando Carlitos, ¿Si?

S-si tu quieres, dijo dudoso Carlos, mi mujer se levantó y recorrió su silla a un lado de mi amigo, al sentarse, pude ver como su pierna izquierda quedaba encima de la de Carlos y empezamos a jugar, Carlos simulaba decirle que cartas tirar pero realmente él estaba enfocado en disfrutar del cuerpo de mi esposa, su mano estaba en la nalga derecha de Karla, ella se fue recorriendo poco a poco hasta quedar encima de Carlos, cuando bajaba juego, Karla daba de brinquitos festejando el movimiento y se acomodaba cada vez más encima de la verga de Carlos.

Entonces, Karla me pidió que le pasara otra botella de vino que estaba en el refri, no era muy alto así que yo alcanzaba sin problemas, giré la silla y noté por el reflejo del refrigerador como Karla se había puesto de pie y se levantó el vestido arriba de las nalgas, saqué rápido la botella y cuando me di la vuelta, Karla ya se había sentado de nuevo.

Comprendí entonces, que Carlos ya la tenía ensartada, le di la botella a Karla para que Carlos la destapara y ella se estiró para alcanzarla, al regresar a su posición, emitió un pequeño gemido.

¿Estás bien? , le pregunté.

S-sí, lo que pasa es que me dio un tirón, pero ya pasó.

Pues siéntate en tu lugar para que no te de el tiron.

Ahhh, tu quieres ver mis cartas verdad, si no soy tonta.

Yo estaba muy encabronado pero al mismo tiempo muy excitado, estos desgraciados me estaban viendo la cara en mis narices, continué jugando y Karla se movía cada vez más obvia, Carlos la sujetaba de la cintura dándole empellones.

¿Así estoy bien Carlitos?, simulando preguntarle sobre el juego.

Sí Karlita, vas muy bien.

Bajo otro juego y Karla dio un salto, penetrándose más aquel pedazo de carne, ay Carlitos, eres muy bueno en esto, mejor que mi marido, mordiéndose los labios, yo los veía haciéndome el idiota, claro que no es mejor que yo, yo el enseñe a él, le repliqué a mi esposa.

S-sí, lo que tu digas amor, me dijo Karla.

Por el movimiento, el vestido de Karla se le estaba resbalando, descubriendo apenas sus preciosos pezones que estaban erectos por la excitación, Carlos se percató de esto y subió su mano hasta ellos, disimuladamente, acariciaba las tetas de Karla y sus pezones con la llema de los dedos, mi esposa se ponía la baraja tratando de esconder lo que mi amigo le hacía, pero sus intentos eran en vano.

De pronto Vero gritó desde la sala…

ME PUEDEN AYUDAR POR FAVOR, SE FUE LA SEÑAL.

Le dije a Karla que si podía ir a revisar que pasaba, pero ella me dijo que no sabía ni como prender la tele, menos arreglar la señal.

Ve tú mi vida, te prometo que no voy a ver tus cartas, añadió.

Más forzado que nada, traté de apurarme para arreglar el problema y regresar a la cocina, tardé como 5 minutos y mi mente trabajaba a marchas forzadas, al terminar me dirigí a la cocina muy sigilosamente y me detuve en la puerta.

Karla estaba sujetada del cuello de Carlos, él tenía sus dos manos en las tetas de mi mujer, le estaba dando una buena cogida, los dos emitían leves gemidos surgidos del placer que estaban teniendo, pero los gemidos de Karla me excitaban mucho, ahí me di cuenta que me gustaba ser un cornudo, los dejé continuar por unos minutos más y cuando calculé que estaban a punto de venirse, grité…

AMOR, ME LLEVAS AL BAÑO POR FAVOR

Karla se levantó rápido, se acomodó el vestido, se arreglo el cabello y se secó el sudor, Carlos sólo se guardó la verga y se secó un poco el sudor, entonces, Karla salió y yo estaba en la entrada de la puerta, me miró y me dijo…

Acabas de terminar de ayudarle a Vero ¿verdad?.

Sí mi vida, le respondí tranquilo, ¿por qué?

No, por nada, dijo ella, es que casi no tardaste.

Me llevó al baño y su semblante era algo extraño, como estaba a punto de venirse, esa distracción le provocó que se quedara con las ganas, poniéndola aún más caliente, terminé de hacer mis necesidades y antes de salir le dije…

Por favor te sientas en tu silla, no me parece apropiado que estés de encima de Carlos, lo puede mal interpretar, un poco molesta asintió con la cabeza, regresamos a la cocina y Carlos ya estaba un poco más fresco.

Karla se acomodó en su silla y mi amigo la miró con extrañeza, pero comprendió cuando ella le hizo la seña de que yo era el problema, seguimos jugando durante otro rato, ahora todo era silencio, se sentía un ambiente tenso, por momentos, mi esposa aventaba las cartas cuando no sabía como jugar.

Para romper la intensidad, le dije…

¿Que, no puedes sin la ayuda de Carlos?

Me miró, pero no dijo nada.

No seas cruel, me dijo Carlos, es la primera vez que ella juega y nosotros ya tenemos mucho tiempo jugando.

Tienes razón amigo, le dije, perdóname mi vida, fue sólo una broma, mejor ya no juguemos más y vamos a la sala.

Nos fuimos a la sala con Vero, Karla se llevó la última botella de vino, nos ofreció a todos, pero sólo Carlos y ella siguieron bebiendo, Vero ya estaba más dormida que despierta.

Creo que se deben quedar, le comenté a Carlos, tu esposa está prácticamente dormida y tu ya estás bastante ebrio para manejar amigo, se pueden quedar arriba en el cuarto de mis hijos, está todo listo para que estén cómodos.

Carlos no replicó nada y Vero apenas escuchó que se podían quedar, se despidió y se fue a dormir, luego de una hora, el sueño se empezó a apoderar de mí, acepté tomarme otras dos copas y un shot de tequila, por lo que ya no pude resistir más.

Le dije a Karla que era hora de irnos a dormir, obviamente no la iba a dejar sola con Carlos, ya habían hecho suficiente, pensé, resignada Karla se despidió de Carlos y él de nosotros, nos fuimos a la recámara, al entrar, antes de acomodarme en la cama, mi esposa se quitó las zapatillas y su vestido, sacó del closet su pijama, una lencería negra muy cortita de encaje que le transparentaba sus encantos, casi se me para el corazón, sólo se la ponía cuando estaba muy excitada.

La miré por unos segundos y me sentí mal por ella, yo le había dado la pauta de hacer lo que quisiera y al final no la dejé terminar, así que me decidí a darle una oportunidad.

Cuando ya me iba a ayudar a subir a la cama, me hice el dormido, ella me movía y me intentaba levantar, pero yo era muy pesado, así que le dije en palabras de un ebrio…

H-háblale a Carlos para que te ayude.

Karla se me quedó viendo y me dijo, ¿qué?

Háblale a mi amigo, en un tono más ebrio y grosero

Ok, pero no me grites, ya voy.

La miré entrecerrando los ojos, se veía deliciosa, lo que te vas a comer cabrón, pensé en mi cabeza refiriéndome a Carlos, Karla se paró en la puerta y le llamó a mi amigo, que estaba a punto de irse, al llegar a la recámara, la puerta estaba entreabierta, Karla estaba a un lado mío y yo me hacía el borracho, los ojos de Carlos estaban como platos al notar la lencería de mi mujer.

¿qué pasó?, le preguntó a Karla.

Es que no puedo acomodar a Dani, es muy pesado y como está ebrio no me ayuda como siempre lo hace, ¿será mucha molestia si me ayudas?

Claro que no es molestia, mi amigo me tomó de los brazos y Karla de los pies, sus tetas se veían deliciosas desde mi posición y muy seguramente, desde la posición de Carlos, me acomodaron en la cama y me dejaron de lado, como vieron que “me quedé dormido”, Karla simuló despedirse de mi amigo y cerró la puerta.

Escuché como se susurraban al oído varias cosas, para no perderlos de vista, me giré y me quedaron de frente, se asustaron en un principio, pero como segui “dormido”, continuaron con lo suyo, Carlos se fue desabrochando la camisa que llevaba, mientras Karla le desabrochaba el cinturón y el cierre del pantalón, lo bajó lentamente dejándolo sólo en boxer, su miembro ya estaba durísimo, mi mujer no aguantó más y le bajó el boxer muy despacio, la verga de Carlos fue apareciendo centímetro a centímetro.

En verdad que está enorme, dijo Karla, como no te conocí antes, seguido de esto, se la llevó a la boca, sus labios carnosos se aferraban a ese palo como si se le fuera la vida en ello, Carlos la sujetó de su cabello y la empujaba hacia él, por momentos muy aprisa, provocando que Karla se atragantara, pero ella aguantaba los embates de aquel macho.

Después de darle una mamada memorable, Carlos recostó a Karla en la cama, le bajó lentamente la tanga que ya estaba empapada y le empezó a chupar esa puchita de forma muy cachonda, por momentos, le daba pequeños mordiscos, provocando que Karla gimiera como una hembra en celo.

Mi mujer aprisionaba la boca de Carlos contra su puchita, estaba realmente excitada, después Carlos fue subiendo hasta llegar a su boca, se besaron apasionadamente, Karla bajó lentamente sus manos y tomó la verga de Carlos y se la puso en la entrada de su puchita caliente, posó sus manos en las nalgas de él y lo empujó hacia ella, por lo que se ensartó la verga de un golpe.

Karla se mordía la mano, pues estaba disfrutando mucho ser penetrada por aquel semental, sus gemidos ya eran incontrolables, pero trataba de no hacer mucho ruido, sus tetas se veían duras al igual que sus pezones rosados, Carlos se los mordía con desesperación mientras le decía que estaba bien sabrosa.

Estuvieron así por unos 10 minutos, luego, Karla lo recostó a él en la cama y ella se subió, tomó la verga de Carlos y la puso contra su puchita, la recorría de arriba abajo pero sin penetrarla, mi amigo le quitó la lencería para poder disfrutar mejor de sus tetas, Karla sintió que venía un orgasmo y rápido se metió aquel trozo de un zas, se movió por unos 15 segundos más y empezó a decir…

Ahhhhh que rico, mmmmmmm, te estoy mojando tu preciosa verga, ¿me sientes?

Sí karlita, estás deliciosa, sigue así.

Los gemidos de Karla me pusieron muy cachondo, incluso, despertaron mi deseo sexual otra vez, se me empezó a poner dura la verga, llevé mi mano hasta mi miembro y pude comprobar que tenía una erección, me la empecé a sobar durante toda la cogida que le dieron a mi esposa.

Karla terminó de venirse y sus tetas y pezones estaban a reventar, el sudor era mucho en ambos, Carlos se incorporó y acomodó a mi mujer en cuatro patas, la cara de Karla apuntaba hacia mí, cuando le entró la verga nuevamente, sus ojos se abrieron y mordió sus labios cachondamente, tomó la sábana y la mordía con fuerza para no gritar.

Carlos le daba nalgadas muy fuertes y ella ni se inmutaba, al contrario, gemía como gatita, pronto venía otro orgasmo, sus ojos se pusieron en blanco y por momentos se le cortaba la respiración, cuando llegó el clímax, giró su cabeza para ver a Carlos, afirmándole que había tenido un orgasmo intenso, siguió moviéndose hasta quedar seca.

Otra vez puso a Carlos abajo, pero ahora sentado, recargado en la cabecera de la cama, se sentó en él, pero antes se acomodó la verga en su ya orgasmeada puchita, le dio un beso y comenzó otra vez la faena, puso sus manos alrededor del cuello de Carlos y montaba ese palo cual yegua caliente, mi amigo le chupaba las tetas y le agarraba las nalgas a Karla, ya no tardaron mucho después de tanto orgasmo, pues estaban muy sensibles.

Karla se movía más rápido pues estaba a punto de venirse por tercera vez, Carlos lo entendió y la apretujó con fuerza, pues él también estaba por terminar, duraron como medio minuto después de esto y los dos llegaron al orgasmo juntos, Karla soltó un gemido espectacular y Carlos también, las tetas de Karla estaban rebosantes de placer, su piel se puso chinita.

No dejó de moverse hasta exprimir el último chorro de esperma a Carlos, mientras lo besaba con locura, se quedaron así por un buen rato, Karla me miraba con tristeza, ¿qué pensará? Me pregunté.

Me moví un poco para que terminaran con su lujuria, Carlos se bajó rápido de la cama y Karla se puso su lencería, mi amigo salió muy despacio de la recámara, le di unos diez segundos y “desperté”.

Porque te mueves tanto mujer, no puedes dormir o que te pasa, le dije a Karla.

Es que me sentía un poco mal mi vida, pero ya estoy mucho mejor.

Me giré dándole la espalda, mis pantalones estaban mojados, me había venido sin darme cuenta, estaba muy excitado para hacerlo, pronto me cuenta que Karla se había dormido, estaba cansada después de aquel esfuerzo, yo nunca le había dado tres orgasmos y este cabrón se los dio en una hora.

Al otro día, Karla estaba reluciente, se bañó muy temprano y se puso a preparar el desayuno, traía puestos unos leggins blancos ajustadísimos, se le marcaba la puchita muy rico, su blusa era roja de encaje que le dejaba ver su brasier del mismo color, sólo que en lugar de tanga se puso un cachetero rojo también y unas alpargatas, se veía muy sexy.

Al bajar Vero y Carlos, Karla les dijo que se acomodaran para desayunar, pero Vero dijo que se tenía que ir porque iba a ver a su mamá en misa, pues era domingo, Carlos no iba porque era algo ateo, entonces se despidió de nosotros agradeciendo nuestras atenciones.

Nos sentamos a la mesa sólo nosotros tres, Karla y Carlos intercambiaban miradas lascivas, yo los observaba atento, cuando mi mujer se levantaba, Carlos ya la miraba descaradamente, incluso, cuando Karla llevó los platos al lavabo, él se levantó para ayudarle a recoger, y se puso detrás de ella, restregándole aquella verga que, la noche anterior, fue la culpable de darle tan ricos orgasmos.

Karla no se alejaba, al contrario, se le repegaba, sintiendo toda la carne de Carlos en su precioso culo, entonces, mi mujer le dijo a Carlos…

Carlitos, te puedo pedir un favor.

Lo que tú quieras, contestó él.

Lo que pasa es que la ventana del cuarto de mis hijos está mal puesta, quedó como floja, ¿crees que puedas acomodarla?

Sí por supuesto, contestó rápido él.

Karla me volteó a ver y me dijo, ¿no te importa verdad amor?

Claro que no amor, Carlos dijo que nos ayudaría en lo que necesitáramos y pues bienvenida sea la ayuda.

Salieron de la cocina y yo iba detrás de ellos, Karla subió las escaleras muy despacio contoneando sus nalgotas, Carlos iba detrás de ella maravillado con ese culo precioso, al llegar arriba Karla volteó a verme y me dijo, vamos a tardar un poquito amor, aprovecharé a Carlitos para que me arregle otras cosas, si quieres mientras ves la tele.

Sí no te preocupes mi vida, no iré a ningún lado.

Desde el sillón de la sala, se ve perfectamente el pasillo de arriba, por lo que pude ver como Karla le estaba dando una mamada a Carlos, al parecer, les excitó hacerlo enfrente mío, yo los miraba de reojo para no espantarlos, luego, se acercaron al barandal de la escalera y Karla se recargó quedando empinada, Carlos le bajó el leggin y el cachetero, le chupó la puchita algunos minutos y luego se levantó para empezar a penetrarla.

Karla se aferraba al barandal y sus ojos se ponían en blanco, sus gemidos aparecieron otra vez, Carlos le daba de nalgadas y le agarraba las tetas, luego, la recargó en la pared y la siguió penetrando, yo observaba y me sentía excitado otra vez, apareció otra erección, no lo podía creer.

Pronto, Karla empezó a emitir gemidos muy cachondos, el orgasmo estaba llegando…

Ahhhhh eres único, me haces sentir mujer Carlitos, nunca dejes de cojerme.

Nunca Karlita, estaré aquí las veces que tú quieras, le dijo él.

Se movieron a una silla que estaba arriba, Carlos sentó en ella y puso a Karla de espaldas a él, la fue bajando lentamente hasta que su verga entró completamente en mi esposa, ella empezó a moverse de arriba abajo, mientras él le decía…

Mueve así ese culo, eres mía de ahora en adelante.

Sí toda tuya papacito, las veces que quieras, en donde quieras.

Otra vez me mojé sin darme cuenta y ya iba por el segundo round, mientras, Karla y Carlos seguían cogiendo como animales en celo, hasta que Carlos le empezó a dar más duro a mi mujer…

Sigue así preciosa, vas a hacer que me venga.

Sí papi, quiero que te vengas en mí otra vez, le dijo Karla muy cachonda.

Más tardó en decirlo, que Carlos llenó de leche la puchita de mi esposa, ella se movía en círculos recibiendo con gusto aquel preciado líquido, cuando terminó de exprimirlo, se levantó y le dio un beso mordiéndole el labio, se acomodaron su ropa y bajaron a la sala.

Como pude me limpié mi esperma y disimulé ver la tele….

Ya quedó mi amor, dijo Karla, Carlos es muy bueno arreglando cosas.

¿Ah sí?, le dije, no creo que mejor que yo.

Pues no lo creerás, pero sí es mejor que tú.

Jajaja nos reímos los dos y Carlos se nos quedaba viendo apenado.

Bueno, me tengo que ir, dijo Carlos, Vero ya no tarda en marcarme y tengo que recogerlas en la iglesia, muchas gracias por la invitación amigo, espero que se repita.

Gracias a ti amigo, por venir y por tu ayuda, nos hiciste muy felices, especialmente a Karla al ayudarle con los detalles de la casa, por supuesto que se repetirá le das mis saludos a Vero.

Nos despedimos y Karla lo acompañó a la puerta, le dio un beso y Carlos le dio un último apretón de nalga, casi metiéndole el dedo en el ano, al tiempo que le decía…

Después sigue éste.

Los dos se rieron y Karla dijo, en la próxima comida, sólo recuerda traer lubricante.

Le guiñó el ojo y se despidió de él, al cerrar la puerta se quedó recargada en esta y se mordió los labios sólo de imaginar la siguiente cogida, después fue hacia donde yo estaba y me abrazó.

Gracias mi amor, eres maravilloso, sé muy bien que te diste cuenta de todo, pero quiero que sepas que nunca sabrán que tú estás de acuerdo, este será nuestro secreto, me dio un beso y se fue a dar una ducha, pues estaba toda llena de leche, la cual se le estaba resbalando por el leggin.

Esta historia es real, tanto los nombres como todos los sucesos, amo ser un cornudo, ya les platicaré sobre el próximo encuentro de mi esposa con mi amigo.

 


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Author: Ale2811

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