La mechera

Hace dos años que vine a estudiar a la Capital, como en la mayoría de los casos muy justa de dinero.

Compartimos una pieza con Marina, una piba bárbara, con toda la onda pero con un defecto, es mechera, vale decir que roba ropa en las tiendas. Si tiene necesidad de alguna ropita nueva, nada demasiado grande, una remera, ropa interior o un par de medias. La he visto hacerlo con total facilidad, nunca la descubrieron y yo siempre la retaba por esto.

Unos mese atrás conocí un chico que me dio vuelta, estaba como loca y quería ser única para él. Me invitó un fin de semana a pasarlo en la costa y como tenía libre acepté.

Ya teníamos sexo pero yo lo quería agasajar, impresionarlo con algún conjunto de lencería bien sexy pero… No tenía plata.

– Hacé como yo – me dice Marina

– Estás loca… Prestame algo.

– Claro, si lo robé yo lo podés usar, no me jodas, si querés algo así jugate – Me dice levantándose la pollera y mostrando una tanga de encaje hermosa.

Esa noche casi no dormí, me masturbé imaginando como se ponía mi chico con el conjunto de tanga, sostén y porta ligas de encaje negro y raso que había visto la última vez que fui con Marina a la tienda donde ella solía comprar.

A la mañana me levanté decidida y fui a la tienda. Hice todo el recorrido igual que Marina, miré una y otra prenda, pregunté esto y aquello. Cuando el vendedor estaba atendiendo a una señora proveché y guardé el conjunto en el bolso y saqué para probarme una blusa de saldo sabiendo que no había mi talle, la dejo, doy las gracias y voy a la salida.

– Señorita – El vendedor se coloca entre la puerta y yo.

– Si

– Necesito ver su bolso

– ¿Cómo? – Haciendo como si no entendiera

– Su bolso – Ya sin tanta amabilidad.

– No tiene ningún derecho…

– Yo tal vez no pero entonces llamemos a la policía – Mientras dice esto cierra con llave y se la guarda.

Mis nervios explotan

– No por favor, mañana le traigo la plata, es que…

– El bolso.

Le paso el bolso temblando como una hoja. Saca el conjunto y revisa que no haya más nada.

– Sabía que tarde o temprano las iba a atrapar, a tu amiga tuve que pedirle disculpas tres veces pero siempre supe que me robaban.

Con los nervios que tenía estaba paralizada y no contesté nada. Me agarró del pelo y me lleva hacia el mostrador.

– Vamos a ver como se lo explicás al comisario.

– No, no llame, se lo pago.

– ¿Sí? ¿Con qué? – Dice revisando todo el bolso en donde no había ni para un caramelo. – Me parece que esto no alcanza – Tirando las monedas sobre el mostrador.

– Yo mañana…

– No nena, ya me jodiste bastante. Ahora es mi turno de joder. No querés que llame a la policía… Bueno, tomá, ponete esto a ver como te queda y como lo podés pagar – Me pasa el conjunto señalando el probador.

Muerta de vergüenza voy al probador, cuando voy a cerrar me toma la mano y dice

– No, con las costumbres que tenés no voy a sacarte los ojos de encima.

– Pero…

– Si hay algún problema lo arreglamos con el teléfono.

Se apoya en el mostrador sin dejar de mirarme, por más que trate de taparme es imposible, las tres paredes del probador son de espejo.

Termino de ponerme el conjunto que al verlo en el espejo me confirma que era justo lo que quería para sorprender a mi chico pero me parecía un horror estar frente al vendedor y más habiendo tenido que cambiarme delante de él.

Me miro otra vez, a penas cubre mis senos y no entiendo porque mis pezones estaban parados como nunca. Tengo una cola parada, dura y con esa tanga y el porta ligas se destacaba más aún y la tanga tan chica y transparente que se percibía lo depilado que está siempre mi pubis.

Me hace seña para que me acerque, soy consciente que hasta llegar al mostrador se me puede ver desde la calle pero ya me decidí a todo para que no llame a la policía.

Cuando llego donde está aparta el pelo con el que había tratado de cubrir mi pecho, con un dedo recorre el bretel y el borde de la taza del sostén y sube por el otro lado.

– Girá.

Doy la vuelta y me detiene de espaldas a él. Toma todo mi pelo, que llega a mi cintura, baja con su dedo desde la nuca, por mi columna, hasta la tanga, sigue el borde haciéndome girar tirando del pelo, marca así todo el contorno de la tanga.

– Sin dudas que te queda muy bien, muy excitante.

Tira de mi pelo acercando mi cara a la de él. Cuando me tuvo a centímetros de su boca su otra mano aprieta mi cadera apoyándome contra su cuerpo, siento su excitación en mi pubis.

– Basta por favor – Susurro

– Besame.

Me tiene en sus manos, si me resisto o llama a la policía o me toma a la fuerza y sintiendo su mano en mi cadera se que no tengo muchas posibilidades de escapar, peso menos de cincuenta kilos y nunca he tenido experiencia en peleas físicas.

Apoyé mi boca en la suya, no en un beso pero me acomodó con la mano que sostenía mi pelo y con la lengua abrió mis labios. Me sentí dominada por completo y eso, muy a pesar mio, me excitó. En muy pocos segundos estaba colaborando con él, sus manos me acariciaron el cuerpo entero.

Volvió su mano a mi nuca y presionó hacia abajo, no hizo falta que diga lo que pretendía, me fui arrodillando despacio hasta quedar frente a su sexo, lo veía latir a través del pantalón. Noté la humedad de mi vagina y la mancha en su pantalón me indicó que él estaba igual.

Tiró de mi pelo haciendo que levante la vista a sus ojos.

– Seguí.

Sacudí negando la cabeza y se sonrío. Abrió el cierre y tomó mi mano metiéndomela en la bragueta. Mi sorpresa al encontrar su pene latente sin ropa interior, vibrando duro en mi mano. Lo masturbo despacio, sin llegar a recorrerlo todo.

Suelta el botón y el pantalón cae, descubro así un pene circuncidado por primera vez. Duro… muy duro y cimbreante, la cabeza brillante con esas gotas que delataban su calentura. Me hace que sí con la cabeza, quiere que se la chupe.

– Ya no hay vuelta atrás nena… sabemos los des lo que hay que hacer.

El hdp me tiene sometida sin remedio. Mi mano sigue sube y baja por su pija, siento el calor en mi entrepierna, más me enojo por calentarme, más me caliento. Lo hago desear sin chuparlo pero se que lo quiero tanto como él, sus ojos me apuran pero no dice nada, sabe que estoy entregada.

Abro mi boca y su pija la llena en el acto, mi lengua la estudia en todo su largo, gira en la cabeza, lame todo el tronco, los huevos entran en mi boca y con mi mano paso todo el miembro mojado por mi saliva por mis mejillas. Oigo sus jadeos y gemidos.

Me levanta de las axilas y me apoya en el mostrador, queda mi culo hacia él, corre la tanga y refriega su cabeza en los labios de mi conchita empapada, mis gemidos se escapan a pesar de mi voluntad, levanto mi cola pidiendo que me penetre de una vez y no se negó… empujó la cabeza dentro mio, sale y vuelve, en el tercer empujón siento que llega hasta mi fondo y se queda ahí un momento hasta que yo empiezo a amacarme. Me toma de las caderas y todo se acelera, entra y sale cada vez más rápido. En eso miro hacia la calle y veo pasar la gente por la vereda, si alguien se para a ver la vidriera nos va a ver cogiendo sobre el mostrador, eso me calentó más pero sentía que él estaba ya demasiado apurado, ya iba a acabar…

– Esperame… haceme acabar a mi también – Le digo sin pensar.

Afloja el ritmo, pasa una mano debajo mio y me acaricia al clítoris, con la otra pasa de la espalda a los pechos pellizcando los pezones. Me pongo a mil… Aprieto los músculos de la vagina, lo siento apurarse otra vez, en cada empujón lo siento hacer tope contra mi, viene su orgasmo… ya no aguanta más, me digo a mi misma apurate tonta acabá… siento el endurecimiento final y arqueo mi espalda… tomado de mis hombros empuja con fuerza y se queda… con el primer chorro grito mi orgasmo…

Salgo del probador de cambiarme con el conjunto en la mano. Ya está abierto el negocio, me acerco al mostrador.

– Vas a necesitar esto – me dice y me pasa unas medias negras.

Tomo las medias y me voy sin mirarlo…

Author: erebo

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