Entregué a mi esposa el dí­a de mi boda

Lidia y yo ya llevábamos 6 años de novios y ella había permanecido virgen hasta el día de nuestro matrimonio, ese día yo la estrenaría, pero algo sucedió, he aquí la historia.

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Habíamos planeado la boda desde 10 meses antes, todo salió a la perfección; estuvimos muy contentos y bailamos como locos; nuestros familiares y amigos también estaban contentos y Lidia se veía radiante.

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Al terminar la recepción, mi flamante esposa y yo nos iríamos a un lujoso hotel, a nuestra noche de bodas y al día siguiente partiríamos a un paradisíaco destino de playa; pero aunque yo sabía lo que vendría a continuación, quise pensar que tal vez las cosas serían de distinta manera y podría estar tranquilo con Lidia.

 

Faltaban unas tres cuadras para llegar al hotel cuando un auto negro nos rebasó a gran velocidad y me cerró el paso; tuve que aplicar los frenos a fondo para no estrellarme, del auto bajaron tres tipos con pistolas en mano; abrieron la puerta del lado de Lidia, la cual yo había dejado sin seguro a propósito y con lujo de violencia dos de ellos la bajaron y la obligaron a subirse al otro auto; el tercero se subió en el lugar del copiloto y encañonándome me dijo: â??¡Sigue el auto o te mueres!â?; yo le dije que no era necesario que me encañonara, que cooperaría con ellos y recibí un golpazo con la cacha de la pistola que me dejó viendo estrellitas a la vez que recibía una orden de callarme y conducir. En silencio conduje detrás del otro auto, que arrancó a gran velocidad. Todo fue tan rápido, que nadie nos ayudó, así estaba planeado; solo los gritos de mi querida Lidia retumbaban en mi cabeza adolorida por el golpe recibido.

 

Tomamos rumbo a las afueras de la ciudad; aunque íbamos a gran velocidad, ninguna patrulla hizo por detenernos, lo cual era mi última esperanza de salvarme del tremendo embrollo en el que me había metido.

 

Todo sucedió casi un año antes de mi boda, tuve el mal tino de meterme a unos negocios sucios y fraudulentos, que si bien me reportaron buenas ganancias, también me hicieron conocer a una banda organizada de tipos violentos, salvajes y a los cuales les importaba poco la vida humana.

 

El precio que acordamos que yo pagaría por la ayuda que ellos me brindaron era excesivamente alto hablando en dinero; mucho más que lo que había ganado y que, por cierto, ya me había gastado. Pero ellos estaban de acuerdo con ciertas personas en las esferas del poder que podrían hundirme si se sabía de mis operaciones; así que después de mucho negociar, prometí lo único que podía entregarles: Mi esposa.

 

Mi sugerencia era que después de la luna de miel ellos podrían disfrutar de una sesión de sexo con mi esposa, yo la drogaría y no se daría cuenta, pero ellos querían más; me dijeron que tendría que ser el mismo día de mi boda y que mi esposa tendría que ser virgen o no lo contaría; por eso, ese ultimo año no le insistí a Lidia en tener relaciones, cosa que había hecho desde mucho tiempo atrás, le solté el cuento de que como ya faltaba poco para casarnos, me aguantaría. Ella me lo agradeció pensando que yo era muy comprensivo, pero la realidad era otra.

 

Lidia ya había cumplido los 25 cuando nos casamos; siempre me pareció hermosa: De cabello largo color castaño claro y con su cuerpo delgado y sus tetas firmes del tamaño de dos melones, me volvía loco. También sus nalgas paradas y su pequeña cintura, así como su nariz respingada y sus ojos grandes.

 

En todo eso pensé en el largo camino a la carretera, el cual recorrimos en poco tiempo y tampoco podía dejar de pensar que le harían a Lidia en ese momento en el auto y que pensaban hacerle después.

 

El auto negro se desvió por un camino más pequeño, avanzamos hasta llegar a una entrada que solo una madera sobre dos postes indicaba. Uno de ellos se bajó, quitó la madera y entramos ambos carros, luego, el tipo colocó de nuevo la tabla y se subió al auto; arrancamos de nuevo hasta llegar a una casa grande, de color blanco que resaltaba en la oscuridad. Pero no nos detuvimos ahí, rodeamos la casa y avanzamos un poco más; al final, llegamos a una cabañita, allí nos detuvimos y el tipo que iba conmigo me ordenó bajarme.

 

Otro tipo abrió la puerta de la cabaña y salió; entre dos llevaban a mi esposa aún vestida con su vestido de novia y el tipo de la cabaña se le acercó; la tomó de la cara con una mano y dijo: â??¡Con que esta es la putita!, ¿eh?, está bastante bien; buen trabajo muchachos, métanla!â?; Lidia gritaba y oponía resistencia, pero para los tipos no fue difícil llevarla casi arrastrando hasta adentro. Al entrar, me quedé mudo, había allí otros tres tipos más que esperaban sentados en sillas alrededor de una mesa de madera.

 

Iba a reclamar que ese no era el trato, pero si lo hacía me delataría ante Lidia que yo la había vendido prácticamente, así que solo alcancé a exclamar: â??¿Qué quieren?, ¡Déjennos, les daré dinero, pero ya déjennos ir!â?. Eso era parte del trato que yo intentaría defendernos para que ella no se diera cuenta de que estaba inmiscuido; pero el golpazo que recibí a continuación no era parte del trato; fue allí donde me di cuenta de que, aparte de estúpido por haber regalado a mi esposa, fui más estúpido al creer en esos tipos que me habían prometido no maltratarnos y que solo estarían tres de ellos con Lidia; aunque esa cifra me había parecido exagerada, ellos no dieron ni un paso atrás y tuve que aceptar que fueran tres, pero yo les había pedido que la trataran amablemente; pero ahora eran ocho los tipos que estaban allí y al parecer todos tenían pésimas intenciones y no solo eso, se veía que iban a tratar a Lidia sin compasión.

 

Entre tres tipos me ataron a una silla, sin posibilidades de moverme, luego me metieron un trapo en la boca y me la sellaron con cinta, de tal manera que no podía articular palabra; mucho menos gritar.

 

Uno de los tipos se acercó a Lidia y le dijo: â??Mira puta; tienes que hacer todo lo que nosotros queramos o tu noviecito aquí presente pagará las consecuencias y no creas que se moriría de un balazo, no; lo golpearíamos frente a ti hasta que parezca un monstruo, ¿entendiste?â?. Lidia llorando bajó la cabeza; me dolió verla humillada por unos gañanes, pero yo mismo provoqué esa situación. El tipo le quitó a Lidia el tocado de bodas y la tomó del cabello; la hizo levantar la cabeza y volvió a preguntar: â??¿entendiste puta?â?.  Mi esposa respondió con un quedo â??siâ? y recibió otro jalón de cabello: â??¡No te oí perra!â?, â??¡Si, entendí!â?, gritó Lidia sin opción.. â??muy bienâ?, dijo el tipejo, â??ya nos vamos entendiendoâ?.

 

Enseguida les dijo a los dos que la sostenían que la soltaran y una vez que lo hicieron, él se abalanzó sobre Lidia como lobo a su presa; la besó en los labios salvajemente y comenzó a acariciarle los hombros desnudos; luego, jaloneó el vestido de novia hasta que empezó a romperlo; noté que Lidia temblaba de miedo con los brazos a los costados sin poder hacer nada. El tipo rompió parte del vestido, de tal manera que los senos de Lidia quedaron descubiertos; solamente una vez ella me había dejado chuparle un poco los pezones, en una noche de calor cerca de un parque, pero me detuvo a tiempo; ahora, nada podía ella hacer para evitar que el maldito tipo le besara las tetas; él las lamió como si fueran caramelos durante un buen rato y luego se detuvo. Por la cara de Lidia rodaban amargas lágrimas.

 

En ese momento me arrepentí, quise detener todo pero era demasiado tarde, por más ruido que hice, nadie me hizo caso, todos se centraban en Lidia y lo que hacía el que era el líder y que yo sí conocía.

 

El tipo miró a Lidia a los ojos y le ordenó hincarse; ella lo hizo y él se bajó los pantalones; le ordenó chuparle el miembro. Cuántas veces le había yo pedido a Lidia eso y nunca se me hizo, ahora otro tipo sentiría por primera vez sus virginales labios. Ella abrió la boca y con un gesto de asco empezó a chupar la polla del tipo aquél; él colocó sus manos en la cabeza de mi esposa y la hizo meter y sacar su miembro de sus labios; le ordenó que le acariciara los huevos con una mano y Lidia lo hizo; el tipo cerraba los ojos de placer y Lidia para huir de todo aquello, pienso.

 

Unos minutos después, el tipo hizo a Lidia detenerse y le ordenó levantarse; luego la llevó hasta la mesa y la hizo doblarse sobre ella; él levantó el vestido, jaloneó las blancas medias de mi esposa hasta romperlas, las aventó y continuó con su pantaleta; también la rompió y dijo: â??¡Miren que bonitos calzoncitos, a esta puta si que le gusta calentar, ¿eh?â?. Acto seguido el tipo aventó las pantaletas hacia mí, con tan buen tino que me cayeron en la cabeza; todos rieron burlándose de mí.

 

Luego vendría el momento más difícil para mí, el tipejo se colocó detrás de Lidia mientras ella gritaba: â??¡No por favor, señor, no lo haga, yo soy virgen, por lo que más quiera, tenga compasión!â?. Sus gritos, lejos de despertar compasión en los tipos, al parecer los excitaron más, ya que varios de ellos comenzaron a decir: â??¡Ya cógetela, te lo está pidiendo, desvírgala ya!â? y como es lógico, el tipo no esperó; colocando sus manos en las caderas de Lidia, empujó su miembro de golpe; el grito de Lidia fue ensordecedor: â??¡Aaaaaaahhhhhh!â?; el tipo sonrió y comenzó a meter y sacar su verga de ella con fuerza, mientras le decía: â??¿Ya ves puta?, sé que te gusta, no te hagas la mártir y disfrútalo!â?. Lidia lloró y rogó: â??¡NO, por favor, me está lastimando, no siga por favor, se lo suplico!â?; pero sus quejas no fueron escuchadas por nadie, el tipo siguió metiéndosela mientras los demás festejaban la hazaña tomando cerveza, whisky y tequila.

 

Comencé a llorar al ver que mi pobre Lidia estaba siendo desvirgada por un tipejo sin conciencia ni entrañas, pero tuve que soportar eso y lo que vendría después.

 

El tipo no se detuvo sino hasta que llegó su orgasmo, sacó su verga de Lidia y soltó sus chorros de semen sobre el vestido de novia que aún llevaba puesto; el vio su miembro y mostrándolo a los demás les dijo: â??¡Si era virgen!â?; yo no alcancé a ver bien, pero creo que el tenía un poco de sangre en la verga. Luego, él se dirigió a los demás tipos y preguntó: â??¿Quién sigue?â?; todos dijeron que ellos eran el siguiente; el líder señaló a uno y le dijo: â??Tu vasâ?. El tipo de inmediato se acercó a Lidia sin disimular su alegría y se acomodó atrás de ella, en eso, el líder le dijo que esperara y tomando a Lidia del cabello la levantó; â??Ayúdenmeâ? pidió el líder y comenzó a jalonear el vestido de novia. Todos sus cómplices se abalanzaron sobre Lidia y en unos segundos el vestido estaba hecho tiras en el suelo y mi esposa se encontraba totalmente desnuda frente a esos tipos.

 

Acostaron a Lidia en la mesa, boca arriba esta vez y la hicieron abrir las piernas; de nuevo el tipo que tenía su turno se colocó en posición, parado en medio de las piernas de ella, se las colocó en los hombros y metió su verga de un jalón en ella; de nuevo Lidia gritó y lloró, pero de nada sirvieron sus súplicas, el tipo entró y salió de ella sin compasión, disfrutando con su maldad. El tipo se inclinó sobre Lidia y comenzó a besar su cuello; ella estaba volteada hacia mí con los ojos cerrados y los brazos quietos a los lados; él bajó por sus hombros hasta llegar a sus tetas y luego de lamerlas un rato comenzó a morderlas; Lidia pidió que no lo hiciera y quiso empujarlo, pero él le sostuvo con fuerza los brazos a los lados. Ella gritó y suplicó, pero el tipo siguió mordiéndole los pezones y bombeando en ella hasta que terminó, pero él no se salió. Lidia, humillada solo sollozaba en silencio con sus brazos a los lados y sin moverse. Me sentí un miserable y quise morir.

 

En cuanto se salió, el siguiente tipo se acomodó y de inmediato metió su verga, colocando las piernas de mi esposa a los lados de su cintura, empezó a meter y sacar su miembro de ella y también se inclinó deteniéndole los brazos; de igual manera que el anterior, mordió los senos de Lidia haciéndola chillar, tal parecía que eso lo excitaba más, porque mientras ella más gritaba, él más duro se la metía. A veces se detenía solo para decirle que estaba muy sabrosa o que era una linda puta, pero después volvía a morderle los senos con fuerza, hasta que terminó soltando dentro de ella todo su semen.

 

Los siguientes cinco no cambiaron nada, todos violaron a Lidia en la misma posición y le mordían los senos gozando con sus movimientos al tratar de zafarse por el dolor de la violación y las mordidas. Todos se vinieron adentro, ante la desesperación mía y de ella.

 

Cuando estaban a punto de terminar otra preocupación me invadió; los tipos no se habían preocupado por esconder su identidad y eso lo habíamos acordado; ¿no pensarían que podríamos denunciarlos? Y si era así, tal vez pensaban matarnos. Sudé frío de solo pensarlo.

 

Lidia parecía muñeca de trapo cuando terminaron con ella, el último tipo la dejó desmadejada sobre la mesa. â??Todo acabóâ?, pensé y esperé a ver que sucedía.

 

El líder de los tipejos se acercó a Lidia y le ordenó levantarse; ella lo hizo y él empezó a lamerle el cuerpo. Se detuvo en sus tetas y mordió un pezón; Lidia reaccionó de inmediato tratando de alejar al sujeto, pero ellos tenían todo planeado y esperaban su reacción; dos de ellos le sujetaron las manos mientras el líder seguía mordiéndole las adoloridas tetas. Lidia suplicó que ya no lo hicieran y vi sus antes hermosas tetas tremendamente dañadas por las mordidas de los individuos.

 

Después de que el líder se regocijó mordiendo las tetas de Lidia, se enderezó y ordenó a sus cómplices colocarla sobre la mesa, boca abajo, ellos lo hicieron y rápidamente ataron sus manos y piernas a las patas de la mesa, dejándola en forma de X sobre el tablón; Lidia llorando suplicaba: â??¡Ya déjenme por favor, yo no les he hecho nada, por lo que más quieran, se los suplico, suéltenme, déjenme ir por favor!â?. El líder de los tipos la miró y le dijo: â??¿Ya te quieres ir?, si apenas vamos comenzando putita, vas a coger con nosotros hasta que nos hartemos de ti y te entreguemos a tu estúpido novio para que cuando cojas con él ya estés entrenada jajajajajaja!â?

 

Las risas de los tipos fueron como puñaladas para mí, deduje que nos matarían en cuanto acabaran, pues no mostraban compasión alguna.

 

El líder se fue al otro lado de la mesa y se subió a ella; hincado entre las piernas de Lidia abiertas; preguntó: â??¿este pendejo ya te la metió por el culo, puta?â?; Lidia no respondió y el tipo se molestó, por lo que la tomó del cabello y la jaló, haciendo que su espalda se curvara y dijo: â??¡Te hice una pregunta puta, contesta!â?. Lidia sintió el dolor y respondió: â??No, nadie me lo ha hechos soy virgen, déjeme por favorâ?. Vi la sonrisa de maldad del tipo, que anunció: â??¡Ahora van a ver como se desvirga un culo, aprendan gueyes!â? y enseguida  acomodó su verga en el ano de Lidia, que gritó desesperada: â??¡NO, no sea desgraciado, por favor, no!â? y yo me agité en la silla tratando de evitarlo, pero ninguno de los dos pudimos hacer nada; es más, el tipo dijo: â??Miren al noviecito, quiere ver bien lo que le hacemos a su vieja, acérquenlo másâ? y entre varios de ellos cargaron la silla donde me tenían y la colocaron junto a la mesa, desde ahí podía ver el costado de Lidia y parte de su cara volteada hacia mí con el cabello encima de ella. También veía sus nalgas levantadas y la verga del tipo a punto de entrar en su culo, me dijo: â??Mira bien cabrón, para que sepas quien fue el hombre que desvirgó a tu vieja por ambos ladosâ? y comenzó a meter su verga en el estrecho ano de Lidia. Ella aulló de dolor cuando la imponente verga del tipo empezó a abrirse paso en su culito; cerré los ojos, no podía ver más, pero sentí un tirón en el cabello y otro tipo me dijo: â??No cierres los ojos puto, ve como lo goza tu viejaâ?. Pero Lidia no gozaba nada, por el contrario, su boca estaba completamente abierta emitiendo un grito interminable: â??¡Aaaaahhhh yaaaaaa, aaaaahhhh, yaaaaaa!â? y sus ojos también estaban abiertos como platos, como no queriendo dar crédito a lo que sucedía.

 

El tipejo empujó hasta que sintió el fondo; luego empezó a meter y sacar su verga del culo de Lidia, primero despacio, luego más y más fuerte, mientras ella seguía gritando y llorando desesperada por el tremendo dolor y yo me sentía a punto de desmayar.

 

í?l continuó sodomizando a Lidia sin compasión, mientras sus compinches desnudos reían y tomaban como enajenados.

 

Fueron minutos de intolerable dolor para Lidia, gritó hasta que quedó ronca. El tipo no paró hasta que terminó, sacó su verga de las nalgas de Lidia y soltó sus chorros de semen sobre sus nalgas, su espalda y llegó hasta su cabello, humillándola aún más.

 

Lidia lloraba inconsolable, yo también lloraba sabiéndonos perdidos; de repente, entre varios me levantaron y me llevaron al lado de la mesa donde se veían los pies de Lidia y vi que el segundo tipo se subía a la mesa a ocupar el lugar del primero; de igual manera se colocó para sodomizar a Lidia y metió su verga en el adolorido culo de ella; también bombeó con fuerza disfrutando de la violación mientras Lidia emitía gemidos de dolor porque ya no podía gritar. Pero El tipo siguió y siguió satisfaciendo sus bajos instintos en mi esposa sin compasión; de igual forma, cuando terminó, sacó su verga y soltó chorros de semen en la espalda de Lidia. Desde este nuevo ángulo, vi totalmente la penetración de la verga del tipo en el culo de Lidia; aunque era repugnante, la escena hizo que mi verga comenzara a reaccionar; afortunadamente ellos no lo notaron.

 

Me cargaron de nuevo y me llevaron al otro flanco de Lidia. Entró el tercer tipo e hizo lo mismo, solo que cuando él casi terminaba alcancé a notar que su verga salía con sangre y me di cuenta que el culo de Lidia ya estaba roto y muy lastimado.

 

Me volvieron a cambiar de lugar, quedando frente a la cabeza de Lidia que al verme lloró con más fuerza, algo intentó decirme, pero las lágrimas y lo lastimado de su garganta lo impidieron. Luego siguieron los demás, siguiendo el ejemplo de los primeros, se cogieron a Lidia por el culo y rociaron su semen en las nalgas y espalda de ella; todos terminaron con la verga llena de sangre de mi mujer y a mi me cambiaban de lado con cada nueva violación.

 

Cuando los ocho terminaron, Lidia ya no era nada de lo que había sido, con el culo roto, humillada y vejada por tipos de mala calaña; empecé a notar que ella se abandonaba, ya no se defendía ni gritaba ni se agitaba tratando de soltarse, pensé que tal vez así sería mejor para que su dolor fuera menor.

 

Pensé que ahora si había terminado todo, los tipos estaban agotados, borrachos y tirados por doquier, ninguno se movía e incluso me pareció escuchar ronquidos.

 

Me recargué en la mesa, a un lado de Lidia; trataba de zafarme las ataduras sin que se dieran cuenta, pero me habían atado muy bien, lo intenté inútilmente durante varios minutos hasta que vi que el líder y otros dos tipos se acercaban y me quedé quieto. Ellos procedieron a desatar a Lidia que no se movía, supe que seguía viva solo por su respiración. Otros tipos se acercaron a mí y me desataron de la silla, me levantaron y me ordenaron desnudarme; obedecí sin chistar, luego me hicieron acostarme boca arriba en al mesa donde antes estuviera Lidia y con las mismas cuerdas me ataron también en forma de X. Cuando terminaron, vi que habían atado a Lidia con las manos y los pies juntos atrás de su espalda; colgada de una viga del techo; la habían amordazado y la jalaron hasta encima de donde yo me encontraba; debido a la manera en que la habían atado, ella llevaba las piernas abiertas hasta las rodillas; luego ellos la fueron bajando hasta quedar casi encima de mí.

 

Nos dejaron frente a frente unos segundos; el líder, al ver que mi verga estaba flácida me preguntó: â??¿Qué, no te gusta tu vieja?, si está re sabrosa, te lo digo yo que ya la probéâ?. Las carcajadas de los tipos taladraron mis oidos mientras veía los ojos de Lidia que me miraba ya sin esa chispa que siempre había tenido; ahora sus ojos estaban fijos, oscuros, sin motivación alguna y una lágrima asomó en uno de ellos; el tipo continuó: â??Mira estas tetasâ? y con ambas manos apretó las tetas de Lidia; â?? y estas nalgasâ? y las pellizcó; â??mira este precioso chochoâ? y colocó un dedo en el clítoris de ella; â??¿acaso no te gustaría meterle la verga por la panocha?â? y metió un dedo en ella; Lidia solo se quejaba quedamente y cerraba los ojos; â??o, tal vez por el culoâ? y metió otro dedo atrás de ella ante un gesto de sufrimiento de Lidia.

 

Como mi verga permanecía flácida, el líder y otro tipo movieron a Lidia de manera que su cara quedó frente a mi miembro; le quitaron la mordaza y le ordenaron chuparme la verga para que se parara. Lidia, ya sin voluntad propia, comenzó a mamar mi verga haciéndome sentir un placer que yo quería evitar, pero la humedad de sus labios me hizo excitarme y una tremenda erección vino a mí, aun contra mi voluntad.

 

En cuanto ellos vieron que mi verga se paró, colocaron de nuevo a Lidia en posición frente a mí; la bajaron poco a poco, controlando que mi verga se fuera clavando en su panocha; Lidia emitió un pequeño quejido y mi verga se fue metiendo en ella, provocándome un tremendo placer; aún su panochita se conservaba apretadita; además sus piernas no estaban muy abiertas, así que comencé a gozar con la penetración que le hacía a mi esposa, pero era evidente que ella no lo gozaba, pues se miraba ausente, los tipos nos ayudaron a movernos de tal manera que mi verga entraba y salía de Lidia como si lo estuviéramos haciéndolo nosotros solos.

 

Cerré los ojos concentrándome solo en el placer que sentía al estar haciéndolo por fin con Lidia; y como supuse que esa sería la única vez que lo haríamos, decidí gozarlo al máximo. Y así fue, solo que un rato después, solté todo mi semen sin poderlo evitar, pero el placer de ese orgasmo fue indescriptible.

 

Cuando terminé, los tipos bajaron a Lidia y la pararon junto a mí; la hicieron limpiarme con la lengua la verga y los huevos del semen escurrido y luego se la llevaron a un rincón. Yo levanté la cabeza para ver lo que hacían. Ellos dejaron de prestarme atención a mí, pero no me dejaban ver lo que hacían con Lidia, pues la rodeaban; cuando se disiparon vi que Lidia estaba hincada en un rincón ; tenía las manos atadas atrás y los ojos vendados.

 

El líder trazó una raya en el piso, dijo: â??desde aquíâ? y se paró detrás de la raya; comenzó a masturbarse apuntando hacia donde estaba Lidia; le ordenaron abrir la boca y un poco después el tipo se venia y soltaba chisguetes de semen hacia ella; algunos de ellos cayeron en sus tetas o en sus hombros, pero otros cayeron en su boca y el tipo le ordenó tragarse el semen que le caía, Lidia obedeció aunque se notaba que no le gustaba.

 

Luego, uno a uno los tipos fueron tomando el lugar del líder y jugaron a ver quien atinaba más mecos a la boca de mi esposa y ella tuvo que tragárselos todos. De la misma manera, quedó llena de semen por todo el cuerpo.

 

Cuando terminaron, dos de ellos fueron por Lidia y se la llevaron hacia afuera; luego, otros dos se acercaron a mi y me desataron. El líder me dijo:â?Te has portado bien, y consideramos que has pagado lo que nos debías, puedes irte y llévate a esa vieja tan buenota que tienes; ya te la dejamos entrenadita, cuando quieras, nos la traes para darle otro entrenamiento; pero eso si, nadie debe saber lo que pasó aquí o ya sabes, no creo que quieras recibir la linda cabeza de tu mujercita en una caja, ¿entendiste?â?. Al tiempo que me quitaba la mordaza, le dije que si, tomé mi ropa, el maltrecho vestido de novia y me salí.

 

Lidia estaba en mi carro, desnuda y atada al asiento del copiloto; la desaté y le quité la venda de los ojos, nos fuimos de allí pero toda nuestra vida cambió.

 

La presión fue demasiada, Lidia y yo nos tuvimos que separar porque ella quedó muy traumada de lo sucedido ese día, al grado que nunca me dejó tener sexo con ella de nuevo y yo no soportaba la idea de que ella había sido de tantos antes que mía, así que decidimos seguir cada quien por su lado. No la he vuelto a ver; por ahí me dijeron que está en tratamiento psicológico, peor no sé si sea verdad. Yo estoy saliendo con una chica de mi trabajo a ver si me ayuda a curar las heridas.

Author: animalsex

6 thoughts on “Entregué a mi esposa el dí­a de mi boda

  1. exitante, aunque el esposo no debio follarla solo mirar y al final limpiarla con la boca del semen de los delincuentes, no debieron separase, sino el sospechar de sus furtivas salidas de la esposa en sus tiempos de casados, para follar con otros hombres …

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